Almodovar
EL PAÍS - 17-03-2006 "He vuelto adonde viví mi infancia. Para mí, volver a La Mancha es volver a mi madre. La he sentido muy cerca durante todo el rodaje" "Es una cultura basada en la muerte. Muertos y vivos conviven sin estridencias. Siempre he recordado esa falta de dramatismo" "Penélope es un tributo a todas esas mujeres, auténticas fuerzas de la naturaleza, con un culo y unas tetas en las que toda la familia se apoya" Cualquier estreno de Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1951) es un acontecimiento cultural y social que desborda lo meramente cinematográfico. Con Volver, su nuevo filme, el hecho se acentúa puesto que, desde las primeras proyecciones privadas al preestreno mundial en Puertollano, la mayoría de sus espectadores la consideran como una de sus mejores películas. Con ella, el realizador vuelve a sus raíces manchegas, a su fascinación por las mujeres y a ese género de comedia y drama, una especie de neorrealismo del siglo XXI, que domina a la perfección. Si a todo ello se le añade la recuperación de Carmen Maura, el reencuentro con Penélope Cruz, Chus Lampreave, Lola Dueñas y la incorporación de Blanca Portillo y Yohana Cobo, el resultado supera con creces las expectativas. "Hay un momento, entre los 40 y los 50 años, en que uno se detiene", explica Pedro Almodóvar. "Mira adelante y hacia atrás. A mí, este momento me ha llegado en la cincuentena. He vuelto la mirada hacia atrás, hacia mi infancia, y hacia delante, sobre el tiempo que me queda hasta la muerte. El resultado de ambas miradas son mis dos últimas películas. En las dos, de un modo u otro, evoco los primeros años de mi vida. Si eres narrador, la infancia es un tema muy a mano, el primero al que uno suele recurrir. A mí nunca me tentó; es más, lo he rehuido siempre que he podido, como narrador o como simple tema de conversación. No me gustaba mi infancia y no tenía el menor interés en recordarla, y mucho menos en contarla. Hasta hace tres o cuatro años. Resultado de esta primera visita es La mala educación (curiosamente, al principio se llamaba Las visitas). Pero no me ha bastado. Mi niñez continúa llamando a mi puerta como si todavía no me hubiera enseñado el muestrario completo de recuerdos. Y de nuevo he accedido a su llamada. He vuelto a los parajes donde viví los ocho primeros años de mi vida: La Mancha". "Para mí, volver a La Mancha", continúa, "es volver a mi madre. La he sentido muy cerca durante el rodaje. Este reencuentro tan balsámico ha supuesto una gran sorpresa, no contaba con ello. Esperaba emociones, pero no tan intensas como las que la película terminada me está provocando. Es como si hubiera destapado un pozo lleno hasta los bordes de tal cantidad de emociones que cada vez que hablo, pienso o escribo sobre la película me echo a llorar como una magdalena", afirmación que pudieron comprobar quienes vieron la estupenda entrevista que Juan José Millás realizó a Almodóvar en Canal + y en la que el director no pudo evitar las lágrimas en varias ocasiones al hablar, en ese caso, de la figura de su padre. "El pueblo manchego que yo recuerdo de los años cincuenta-sesenta", continúa Almodóvar, "era muy mezquino con la sensualidad y con todo aquello que estaba relacionado con los placeres del cuerpo, por eso nunca quise volver a mi pueblo en mi juventud; para mí era muy importante, esencial, el placer de los sentidos. En esa escuela me formé. El manchego que recuerdo de entonces, y con el que me he reencontrado ahora, no fue formado para disfrutar de la vida, sino para convivir con la muerte sin dramatismo, y esto último sí lo encuentro admirable. La cultura manchega (al menos la que yo recuerdo de mi pueblo, La Mancha es muy grande y supongo que muy variada) es una cultura basada en la muerte. Muertos y vivos conviven sin estridencias. Los muertos no mueren nunca y sus deudos cuidan y visitan sus tumbas como si fueran realmente las casas en las que viven. Siempre he recordado esa falta de dramatismo en los rituales que se organizan alrededor de la muerte. Y es ahí donde he querido volver en mi madurez. Ésa es la vuelta más importante de Volver". Como en la mayoría de sus películas, hay una evidente fascinación por el mundo femenino, a la vez que un tributo a su tenacidad y capacidad de lucha. Sobre ello explica el realizador: "Me crié entre mujeres: mis dos hermanas, mayores que yo, mi madre, mis tías, las vecinas, mi abuela... El universo femenino era algo muy activo y muy barroco que se desarrollaba ante mis ojos de niño sin que a nadie se le ocurriera pensar que, a pesar de mi corta edad, yo veía y oía, y que inconscientemente ya estaba tomando notas. A los hombres los recuerdo lejanos. Nunca estaban en casa, y el tiempo que no trabajaban lo pasaban en los bares. Además, los hombres representaban la autoridad, y yo me alejé instintivamente de ellos. Las mujeres, sin embargo, eran la vida y a la vez la ficción, el origen de la ficción. Las escuchaba contar historias alucinantes en el patio mientras cosían o hacían encaje de bolillos. Las oía cantar mientras lavaban o tendían la ropa en el río. Mi madre, como era muy pequeño y no tenía con quién dejarme, me llevaba con ella al río, y aquello para mí era una fiesta. Este universo de madres, hijas y vecinas protagoniza Volver. Sus relaciones y su relación con la muerte son las bases de la trama". ¿En qué género cinematográfico encajaría Volver? "Si tuviéramos que adjudicarle un género, Volver hace claras referencias al neorrealismo italiano. Penélope es un tributo a todas esas maggioratas, auténticas fuerzas de la naturaleza, con un culo y unas tetas en las que toda la familia se apoya para sobrevivir. El género y las características del personaje la sitúan muy cerca de ¿Qué he hecho yo para merecer esto? La Raimunda de Penélope es prima hermana de la Gloria de Carmen Maura. La diferencia es que Raimunda acarrea desde pequeña un gran problema sin resolver y eso provoca que pase de mostrar una fuerza arrolladora a convertirse en una niña frágil y desamparada. Son personajes de la misma estirpe, aunque en Volver hay más Mancha y más muerte que en ¿Qué he hecho yo...?". De Almodóvar se ha dicho que era el nuevo Cukor por su especial predilección por las actrices y los papeles femeninos. También se ha dicho que es muy exigente y que les saca todo lo que llevan dentro, y más: "Entre las actrices que iban a interpretar a estas mujeres he tenido la suerte y la dicha de volver a contar con algunas de las que forman mi extensa familia artística [Maura, Lampreave, Dueñas, Penélope] y también ha hecho posible el encuentro con algunas nuevas con las que pienso repetir en el futuro, Blanca Portillo y Yohana Cobo. Con todas he vivido una experiencia maravillosa y única. Volver es un espectáculo de actrices. Viendo la película, uno se olvida del resto, 'ellas' son lo que importa: Maura es una virtuosa de la interpretación, posee una técnica depuradísima, pero no se nota. Consigue que todo fluya de modo natural. Lola Dueñas es una actriz llena de secretos. Muchos de los detalles que le han servido de apoyo para interpretar su papel los he descubierto ahora, leyendo sus entrevistas. Por timidez no me los había comentado, y yo siempre respeté su calurosa timidez. Posee el misterio y la sencillez justas para interpretar a la hermana asustadiza y un poco pusilánime de Penélope. En Volver desarrolla una vis cómica de la que probablemente ella misma se sorprenda. Por muy acostumbrados que estemos a su imagen de pin-up internacional, Penélope Cruz va a sorprender, estoy seguro, tanto en el aspecto físico (nunca estuvo más arrebatadoramente guapa. Para componer su imagen tomé como referencia algunas heroínas del neorrealismo italiano, donde lo marujil no estaba reñido con el sex appeal) como en el artístico. Penélope muestra una versatilidad y una hondura sobrecogedoras. En todas las entrevistas me preguntan cómo lo he conseguido. No se trata de ninguna solución mágica. Es el resultado del trabajo. Con Penélope hay que ensayar mucho, insistir una y otra vez. Ella nunca se cansa, su entrega no conoce límites. Hemos trabajado tres meses casi todos los días, repitiendo frases, tonos, interpretando el Volver de Estrella Morente hasta la extenuación". "Otra revelación", añade, "al menos para mí, que no voy al teatro y donde ella es una de las grandes, fue Blanca Portillo. Blanca representa a todas las vecinas que recuerdo, a todas esas mujeres que se han quedado en sus casas cuidando de sus familiares y que una vez desaparecidos se quedan en la más absoluta soledad. La precisión y la profundidad del trabajo de Blanca me han dejado estupefacto. Posee el justo tempo cinematográfico, algo tan difícil y tan distinto para actrices cuyo medio habitual son las tablas. Además, como Carmen, posee de modo natural la capacidad para lo cómico y lo dramático, sin distinción. De la joven Yohana Cobo espero que en el futuro nos dé muchas alegrías. Dueña de una mirada taladradora, resuelve el papel más difícil de las cinco, está presente en casi todas las situaciones, todas le incumben pero no le corresponde hablar. Lo suyo es escuchar y lo hace con la misma intensidad que Katharine Hepburn en Un león en invierno". Una de las características del cine de Almodóvar es la de tratar temas universales pero situados en momentos concretos. El amor, la amistad, la muerte, la maternidad... en contextos sociales muy determinados. Nos habla de la pasión pero en tiempos de la llamada "movida", o de la incipiente histeria ante el terrorismo islámico, o de la dolorosa etapa franquista. La referencia temporal de Volver es la de la telebasura. Excesos catódicos "Hace 22 años, cuando rodamos ¿Qué he hecho yo...?, nadie podía imaginar que el futuro catódico nos depararía semejantes excesos", explica. "La escena del programa Donde quiera que estés no es una escena paródica, sino absolutamente realista. En la actualidad, es posible que un ama de casa, o una vulgar chica de barrio, se conviertan en 'colaboradoras' de programas de televisión. Este tipo de programas han pasado de ser un fenómeno para convertirse en un género televisivo, que a su vez ha creado diversos subgéneros (el enfrentamiento a grito pelao es uno de los más celebrados). Aunque también se le llama 'telerrealidad', la realidad es lo único que no interesa. Son programas de televisión cuyo tema es la revisión de sí mismos, pura endogamia. La realidad no aparece por ningún lado, parecen hechos en una burbuja ajenos al tiempo y al espacio. No necesitan de estrellas porque los propios programas crean sus propias estrellas, que después pasarán a otros programas subsidiarios para seguir gritando y así hasta el infinito. Hace tiempo que dejaron de interesarme, pero me gustaría saber, por ejemplo, qué opinan las asociaciones de psicólogos de los comités de psicólogos que se encargan de seleccionar a los reclusos, por ejemplo, de cualquier Gran Hermano. Si hay un código deontológico en esa profesión, me imagino que estará ferozmente en contra de estos experimentos. O tal vez me equivoque. En otra época me habrían hecho mucha gracia (la subcultura popular siempre me interesó), habría sabido sacarles punta e inspirado cantidad de parodias, pero soy incapaz de tomármelos con sentido del humor. Es una pena". La entrevista acaba de forma obligada sobre el futuro inmediato, el después de Volver. "Estoy deseando hincarle el diente a dos guiones que tengo casi terminados. Pero antes tengo que inaugurar mi 'exposición universal' en la nueva Filmoteca de París, el día 5 de abril. Será un repaso exhaustivo a mi vida y películas. Tengo la impresión de que a partir del 5 mi vida será un montón de imágenes, textos, películas y aventuras personales, todas ellas catalogadas y expuestas para que la gente pueda verlas. Es el fin de algo. Tal vez ahora tenga que inventarme una nueva vida y algo nuevo que hacer para seguir viviendo". | Destacamos |
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