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Revel. La pasión por la libertad by Marco

No siempre Francia odió la libertad. Ciertamente el odio a la libertad es una de sus especialidades. Resulta lógico, siendo Francia el país que inventó el jacobinismo y luego, siguiendo una aplastante lógica cartesiana, la derecha revolucionaria, es decir el fascismo. Pero Francia, aunque hoy en día parezca increíble, fue además la patria de Raymond Aron, de Tocqueville y sus amigos los doctrinarios, que tanta influencia tuvieron en la vida política española, del economista Frédéric Bastiat y de Montaigne.

            ¿Qué tuvieron en común esos hombres? Su liberalismo, es decir, su amor a la libertad. Hoy, los amigos de la libertad en Francia y en todo el mundo estamos de luto. El fallecimiento de Jean-François Revel parece cerrar esa saga de grandes liberales franceses que se distinguieron por su compromiso personal, su firmeza moral y –salvo Aron, el más philosophe de todos ellos- su claridad.

            Como ellos, Revel era también un hombre cosmopolita, gran amante de Italia, de Latinoamérica y de España, que conocía muy bien, a la que quiso incansablemente, más que muchos españoles, y donde tuvo muy buenos amigos. (La última vez que estuvo oficialmente en Madrid fue en un acto de la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por Mario Vargas Llosa, en 2004.) De joven, en tiempos muy difíciles, escogió la resistencia contra los nazis. Luego, cuando en toda Europa cundía el antiamericanismo como penúltimo reducto del miedo y la mala fe, tuvo el valor de publicar un extraordinario análisis de la Obsesión antinorteamericana que demuestra la profundidad con que había llegado a conocer, y a connaturalizarse, podría decirse, Estados Unidos.

            Revel tenía ese don. Absorbía lo que le interesaba y lo devolvía en palabras sencillas, al alcance de cualquiera que tuviera sentido común, como verdades de las que los que los fundadores de Estados Unidos llamaban evidentes por sí mismas.

            Están muy lejos de serlo, como el propio Revel sabía mejor que nadie. Lo que ocurría era que el eje sobre el que se construyó su vida –el amor a la libertad- era tan consistente, que todo lo que tuviera que ver con él se articula en sus textos sin dificultades aparentes, con una lógica interna que fluye sin esfuerzo. Cuando hacía falta, esa misma fortaleza interior le condujo al panfleto, a veces virulento, pero siempre escrito de mano maestra y siempre argumentado.

            El don para la polémica le resultó especialmente útil para combatir la aplastante hegemonía del socialismo y del estatismo intervencionista a la que nunca se resignó. Decía que no había luchado contra los nazis para participar después de otro totalitarismo como el comunismo. Y no dejó de razonar, describir y exponer las razones que sostenían su liberalismo. Poco antes de que los alemanes tiraran abajo el Muro de Berlín, escribió El conocimiento inútil, una reflexión sobre el socialismo que anticipa lo que iba a venir después de su colapso: no precisamente el fin de la Historia, sino la perpetuación de la misma ceguera, la misma negativa a ver la realidad, y disfrazadas otra vez de pacifismo, buenas intenciones y buenos sentimientos.

            Como en los grandes liberales, en Revel hay un moralista. No es un moralismo atormentado, a la Tocqueville, aunque sí que se rastrea en él una suerte de fatalidad que le llevaba a reaccionar contra aquello que le resultaba insoportable. Yo creo que le repugnaba, por encima de todo, el cinismo, la mala fe, la disposición voluntaria a no ver la realidad tal como es. Su reacción era tan rápida y tan rotunda que se asemejaba a un exceso de optimismo. Era un optimista, sin duda, pero a su modo, un poco escéptico y distanciado, como corresponde a quien se consideraba a sí mismo un filósofo en tiempos en los que la filosofía ya no es necesaria. Entre el zorro, que sabe muchas cosas, y el erizo, que sólo sabe una, Revel siempre se atuvo al erizo y citaba con sorna, en vez de a Isaiah Berlin, que hizo célebre la elección, a su autor original, el griego Arquíloco de Paros. Excelente periodista, señaló una vez que quizás las próximas elecciones presidenciales francesas se jugarían entre Jose Bové, el antiglobalización, y Le Pen. ¿Cabe un análisis más certero y sucinto de la situación de Francia y de Europa?

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