Blogia
PRADA

Duelo

Duelo Siempre miro atras. No puedo olvidar a los que se quedan rezagados. No es una virtud. Es una satisfacción viciosa. Mi trabajo me permite esa licencia. Cuando acabo un proyecto, tengo dos semanas o un mes para rascarme la barriga y situarme en el mundo. Ves que pronto se olvidan de tí; pero, en realidad se olvidan de todos. Solo mantienen vivo a quienes les proporciona sustento. Es una forma de supervivencia animal. La memoria selectiva.

Mi cerebro siempre me orienta hacia el duelo. Puedo perder oportunidades por ello. El duelo me define, me delata. Permanezco clavado y sintiendo la falta, la ausencia. No celebro nada demasiado. Pongo mas peso en la falta. Muchas veces siento que en realidad anticipo en esos letargos mi propio final. Dedico la oración que desearía para mi. No me percibo como una buena persona y hago un ordago a Dios.

Hace mucho que no creo nada de valor. Mis potencias creativas mueren mientras yo devoro mi cuerpo, embalsamado en kilos y excesos. Solo festejo mi funeral como amante, como creador, como hijo de Dios. Me destilo en ceniza viva, caminante. El hombre gris que se extermina soltando caspa.

SI sobrevivo a mi familia natural, se que no provocaré duelo. Parece como si me diese rabia. Es una suerte de hedonismo post-mortem, una paja seca, una vanidad metafisica, un afán por perdurar. Esa es mi asignatura perpetua. He logrado extinguirme como ser vivo, aniquilarme como ciudadano, pero no acabo de aceptar esa forma de muerte. La ausencia de duelo te convierte en un mero signo registral, susceptible de que alguien te rememore mal o se limpie el ojete con el legajo de lo civil. Puede ser una forma de inmortalidad que, como humanos, no acatamos. Al extinguirte y ser olvidado, retornas verdaderamente al creador. Solo los Napoleón, Bill Gates, Bjorn Borg, Nefertiti, Jefferson o Dostoievski permanecen ajenos a esa consumación del viaje iniciático. Nadie puede sentir por ellos duelo. Ellos son como Dios. Nosotros Dios, sin mas.

0 comentarios